El Legado de Hitler

Los derechos humanos y el deber de la humanidad
En 1946, los líderes nazis que habían sobrevivido fueron sometidos a juicio por un tribunal internacional en Nuremberg. El Acuerdo de Londres preveía el establecimiento de un Tribunal Internacional Militar, compuesto por un juez y otro sustituto de cada uno de los Estados signatarios, para enjuiciar los crímenes de guerra. Estos fueron clasificados en tres bloques: crímenes contra la paz, esto es, los que consistían en la planificación, inicio y desarrollo de la guerra; crímenes de guerra, es decir, violaciones de las leyes de la guerra, contenidas en la Convención de Viena y reconocidas por los ejércitos de las naciones civilizadas, y crímenes contra la humanidad, tales como el exterminio de grupos étnicos o religiosos, así como otras atrocidades cometidas contra la población civil.
El 18 de octubre de 1945 se fijó la acusación de 24 personas, que incluía una gran variedad de crímenes y atrocidades tales como la deliberada instigación de contiendas, el exterminio de grupos raciales y religiosos, asesinatos, malos tratos, torturas y deportaciones de cientos de miles de habitantes de los países ocupados por Alemania durante la guerra.
Entre los acusados figuraban Hermann Wilhelm Göring y Rudolph Hess, líderes del partido nazi, el diplomático Joachim von Ribbentropp, el fabricante de armas Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, el mariscal de campo Wilhelm Keitel, el gran almirante Erich Raeder, y otros dieciocho líderes militares y civiles. Siete organizaciones que formaban parte del Gobierno nazi fueron también acusadas. Entre ellas estaban las SS (Schutzstaffel), la Gestapo o Policía Secreta (Geheime Staatspolizei), las SA (Sturmabteilung), las SD o Servicio de Seguridad (Sicherheitsdienst) y el alto mando de las Fuerzas Armadas alemanas.
El juicio comenzó el 20 de noviembre de 1945. Muchas de las pruebas aportadas consistieron en documentos militares y diplomáticos que habían llegado a manos de las potencias aliadas tras la caída del Gobierno alemán.
La sentencia del Tribunal Internacional Militar fue dictada a comienzos de octubre de 1946. Una de las conclusiones más importantes fue la de que, conforme al Acuerdo de Londres, planificar o provocar una guerra es un crimen que atenta contra los principios del Derecho internacional. El tribunal rechazó las argumentaciones de la defensa de que tales actos no estaban definidos con antelación como crímenes en Derecho internacional, con lo que la condena de los acusados violaría el principio de no retroactividad de la ley penal. Se rechazó la argumentación de que parte de los acusados no era responsable de sus actos porque actuaron por obediencia debida, pues “lo importante no era la existencia de las órdenes superiores inmorales, sino si la no ejecución de las mismas era de hecho posible o no”.
En relación con los crímenes de guerra y con los crímenes contra la humanidad, el tribunal apreció una aplastante evidencia de sistemática violencia, brutalidad y terrorismo llevados a cabo por el Gobierno alemán en los territorios ocupados por sus ejércitos. Millones de personas habían sido asesinadas en campos de concentración, muchos de los cuales estaban equipados con cámaras de gas para el exterminio de judíos, gitanos y otros miembros de grupos étnicos o religiosos. Más de cinco millones de personas habían sido deportadas de sus hogares y tratadas como mano de obra barata o esclava. Muchas de ellas murieron por los tratos inhumanos recibidos. El tribunal apreció las atrocidades cometidas por la policía.
De las siete organizaciones acusadas, fueron encontradas culpables las SS, la Gestapo y las SD. De los acusados, 12 fueron condenados a morir ahorcados, siete fueron condenados a penas de prisión desde 10 años hasta cadena perpetua, y tres, incluidos el político y diplomático Franz von Papen y el presidente del Banco Central Alemán Hjalmar Greeley Schacht, fueron absueltos. Los condenados a muerte fueron ejecutados el 16 de octubre de 1946. Göring se suicidó en la cárcel poco antes de la hora prevista para su ejecución.
Después del primer juicio de Nuremberg, se celebraron otros 12 bajo la autoridad de la Ley 10 del Consejo, y en ellos se enjuiciaron los crímenes cometidos en cada una de las cuatro zonas de la Alemania ocupada. Hubo 185 acusados. Entre ellos, los médicos que habían llevado a cabo experimentos sobre enfermos y prisioneros de los campos de concentración, jueces que habían cometido asesinatos y otros delitos encubiertos bajo la apariencia de un proceso legal, industriales que habían participado en el saqueo de los países ocupados y en el programa de mano de obra forzada. Otros acusados fueron los miembros de las SS que habían dirigido los campos de concentración, administrado las leyes racistas nazis u organizado el exterminio de judíos y otros grupos en los territorios del este de Europa; también altos mandos civiles y militares, así como autoridades policiales del Tercer Reich. Algunos médicos y líderes de las SS fueron condenados a muerte, y unos 120 fueron condenados a prisión. Sólo 35 fueron absueltos.
El jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, el ministro de Asuntos Exteriores von Ribbentrop y diez líderes más fueron condenados a muerte. El tribunal halló a gobierno alemán culpable de crímenes de guerra “a gran escala, una escala jamás vista hasta entonces e la historia de la guerra, acompañada de cualquier circunstancia concebible de crueldad y horror”. Habían sido exterminados doce millones de combatientes, entre ellos seis millones de judíos, más lo cincuenta y cinco millones de soldados y civiles de todas las naciones.
Este juicio supuso un paso adelante en el derecho internacional. Se ha dicho en su contra que tanto los jueces como la acusación eran ciudadanos de naciones con las que Alemania había estado en guerra, y que, por tanto, eran parciales, aunque lo cierto es que hubiera sido muy difícil encontrar otros cualificados para dicha tarea. Además, hay que reconocer que la autenticidad de las pruebas presentadas contra los nazis no hacían falta cuestionarlas.
Ningún tribunal hasta entonces había tenido que tratar con semejante cantidad de asesinos, y no había ningún precedente en el derecho internacional, por lo que el tribunal tuvo que proceder partiendo de unos supuestos derechos humanos. La defensa presentó una y otra vez el argumento de que los soldados estaban obligados a obedecer órdenes incluso aunque estas fueran contra sus propios principios, pero el tribunal se negó a aceptar dicho argumento: aunque la disciplina es necesaria, hay límites que ningún soldado tiene derecho a sobrepasar. A causa de esto quedó pendiente un dilema: ¿habían hecho bien los soldados norteamericanos y británicos que obedecieron las órdenes de atacar la ciudad de Dresde, que se quemó a tal velocidad que miles de civiles murieron incinerados en ella? ; ¿y los que dejaron caer la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki? Quizá la política de Hitler y la de los japoneses no dejaba otra alternativa, pero lo cierto es que el siglo XX aún no ha conseguido resolver esta cuestión de conciencia.
Después de la guerra, la fuerte reacción contra el horror de los campos de exterminio nazi dio lugar a la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) en 1948. El gobierno de la República Federal de Alemania continuó realizando detenciones de oficiales nazis hasta finales de la década de 1960 y devolvió en parte propiedades, pensiones y tierras arrebatadas a los judíos. En la antigua República Democrática de Alemania se celebraron algunos juicios por crímenes de guerra nazis, impulsados básicamente por los soviéticos, y se dictaron varias penas de muerte. Sin embargo, no se produjo la restitución de propiedades, dado que el Estado (a diferencia de la República Federal de Alemania) no se consideraba el heredero legal del III Reich.
Las consecuencias del Holocausto
Cuando la guerra terminó millones de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, comunistas y otros grupos habían fallecido en el Holocausto. Más de 5.000.000 de judíos fueron asesinados: unos 3.000.000 en centros de exterminio y en campos de trabajo, 1.400.000 en los fusilamientos masivos, y más de 600.000 en los guetos (se estima que el número de víctimas fue casi de 6.000.000). Las potencias victoriosas se vieron fuertemente presionadas para fundar en Palestina una patria permanente para los judíos sobrevivientes, y la creación del Estado de Israel, tres años después de la derrota alemana, resultó ser otra consecuencia del Holocausto. Como lo fue la acuñación del concepto `crímenes de guerra contra la humanidad' en el Derecho internacional, resultado de cuya aplicación numerosos dirigentes nazis responsables del Holocausto fueron condenados, y algunos ejecutados, al finalizar la contienda por un tribunal de guerra internacional celebrado en Nuremberg (Alemania), dentro de los juicios por crímenes de guerra tristemente más famosos de la historia reciente de la humanidad.
El recuerdo de Hitler. El neonazismo
Después de 1945 hubo algunos alemanes que se negaron a creer que los nazis fueran realmente los culpables de todos los males que se les imputaban. Algunos mantenían que Alemania había salvado a Europa del bolchevismo, y que por ello esta debía estarle agradecida. Sin embargo, había muchos más que se alegraban de que todo hubiera terminado, y se avergonzaban, más o menos secretamente, de su propia participación. Unos cuantos miembros de los SS siguieron convocando manifestaciones, mientras que algunos antiguos soldados decían que ellos siempre habían detestado a Hitler, pero que habían tenido que cumplir con su deber para con el país. Es decir, que un miedo a un posible revivir nazi ni está del todo injustificado.
El neonazismo es un término que se refiere a la ideología de grupos o personas cuyas actividades siguen o imitan las de Adolfo Hitler y su movimiento político, el nacionalsocialismo. En la mayor parte de las democracias liberales, sus actividades se manifiestan en la discriminación racial, en ataques contra minorías étnicas, en el apoyo al nazismo e incluso en la negación de la veracidad del Holocausto (el asesinato en masa de judíos a cargo de los nazis), a pesar de ser consideradas todas ellas ilegales, por lo que estos grupos permanecen ocultos o enmascarados.
Incluso en el exterior de Alemania las ideas nazis todavía tienen un cierto atractivo para alguna gente. Por ejemplo, en el Reino Unido y en los Estados Unidos se han hecho tan populares las insignias nazis, sus emblemas y sus dagas, que ahora se fabrican imitaciones para hacer frente a la demanda, y en muchos países europeos aparecen svásticas pintadas en las paredes, aunque éstas representan más un espíritu de rebelión que un programa organizado.
En Alemania, donde incluso la exhibición de símbolos nazis es ilegal, el Tribunal Constitucional prohibió cuatro grupos neonazi entre 1952 y 1992. El neonazi Deutsche Reichspartei (Partido Nacional Alemán) tuvo 5 diputados en el Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán) entre 1949 y 1953, siendo el mejor resultado que grupos semejantes obtuvieron en las elecciones generales celebradas desde entonces. Sin embargo, una organización similar, el Nationaldemokratische Partei Deutschlands (Partido Nacional Democrático de Alemania), obtuvo escaños en algunos parlamentos federales entre 1966 y 1972; su líder, Günter Deckert, recurrió con éxito una condena por negar el Holocausto en 1994. Ese mismo año, un encuentro entre Franz Schönhuber, máximo dirigente del Republikaner Partei (Partido Republicano) y Gerhard Frey, líder del Deutsche Volksunion (Unión del Pueblo Alemán) fue motivo de la expulsión de Schönhuber de su propio partido, que rechaza las acusaciones de ser, como el partido de Frey, neonazi. Han surgido otros grupos similares que han encontrado nuevos apoyos tras la reunificación alemana en 1990 y son sospechosos de estar involucrados en ataques contra inmigrantes turcos y otros residentes extranjeros.
Ante el hecho de que la violencia contra inmigrantes y ciudadanos de razas no blancas se ha incrementado por toda Europa occidental en los últimos años, cabe pensar si el neonazismo ha progresado. El crecimiento del apoyo del electorado a los partidos de extrema derecha ha sido citado como prueba de ello, a pesar de que todos los partidos de esta tendencia rechazan que sean neonazi; en Austria, sin embargo, Jörg Haider, líder del Partido Liberal que obtuvo más del 22% de los votos en las elecciones parlamentarias de 1994, ha ensalzado la política laboral de Hitler y exige la limitación a la inmigración; en Bélgica, el Vlaams Blok (Bloque Flamenco), un partido enemigo de la inmigración y dirigido por Karel Dillen, ha obtenido algunos escaños en las dos cámaras parlamentarias; en Francia se ha aplicado con éxito la ley que castiga la negación de la veracidad del Holocausto contra Jean-Marie le Pen, líder del Front Nationale (Frente Nacional), que recibió el 12'5% de los votos en 1993 y que en 1997 incrementó el nivel de su presencia política al obtener distintas alcaldías en el sureste francés; en Noruega, el Fremskrittspartiet (Partido del Progreso), liderado por Carl Hagen, logró 11 escaños en el Parlamento, y su programa exigía acabar con la inmigración de población no cristiana. La ausencia de éxito electoral en otros países no implica necesariamente la inexistencia de grupos neonazi. Por ejemplo en Reino Unido, donde negar el Holocausto no es ilegal, el National Front (Frente Nacional) y el British National Party (Partido Nacional Británico, BNP), ambos fundados por el auto confeso neonazi John Tyndall, no han logrado obtener representantes en ninguna elección, pero el panfleto ¿Murieron realmente seis millones? De Richard Verrall (también conocido como Richard Harwood) que niega la existencia del Holocausto, ha vendido cientos de miles de ejemplares.
En Europa del Este, el colapso de los regímenes comunistas entre los años 1989 y 1991 ha permitido la aparición de grupos de extrema derecha. En Rusia, el Partido Liberal, cuyo máximo representante es Vladimir Zhirinovsky, que propugna el mantenimiento de las antiguas fronteras de la Unión Soviética bajo un régimen nacionalista ruso, obtuvo el 24% de los votos en las elecciones parlamentarias de 1993. En los parlamentos de la República Checa, Hungría, Rumania y Eslovaquia están o han estado representados partidos ultra nacionalistas. La denominada `limpieza étnica' llevada a cabo en Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina durante la guerra de la antigua Yugoslavia estuvo patrocinada por políticos nacionalistas. Los analistas no se han puesto de acuerdo sobre si estos grupos deben denominarse propiamente neonazi o de extrema derecha.
Además, aunque Hitler fue derrotado, el mundo desde entonces ha visto surgir muchas dictaduras que nunca, basadas en la tortura, los asesinatos de masa y la supresión de la libertad de palabra, y ayudadas también por las armas modernas. No obstante, las democracias parlamentarias también son ahora más numerosas y más fuertes de lo que han sido nunca. Ellas, y no las dictaduras, siguen siendo la mejor forma de gobierno para los pueblos civilizados pero, tal como demostró la República de Weimar, una democracia puede ser destruida totalmente en tan sólo unos cuantos años.
En Latinoamérica, refugio de muchos nazis después de la II Guerra Mundial, se han producido incidentes antisemitas. Algunas de las manifestaciones más graves tuvieron lugar con ocasión de la detención en Argentina de Adolf Eichmann por los servicios secretos israelíes en 1960. Eichmann fue juzgado en Jerusalén por crímenes contra los judíos y condenado a muerte.
En Oriente Próximo, habitado por pueblos semitas, se generó una nueva forma de antisemitismo como resultado del aumento de la oposición al sionismo al crearse el Estado de Israel en 1948. El establecimiento de esta patria para los judíos, que invadía una tierra ocupada mayoritariamente por árabes, supuso el desplazamiento de la población y originó una fuerte oposición de la Liga Árabe. En el transcurso de los años siguientes tuvieron lugar numerosos enfrentamientos en la frontera entre Israel y sus vecinos árabes, alcanzando las hostilidades su máxima gravedad entre 1948 y 1949 y en 1956, 1967, 1973 y 1982. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP), creada en mayo de 1964, mantuvo una guerra de guerrillas contra Israel tanto dentro de sus fronteras como en otros países. Las sanciones económicas impuestas por los países de la Liga Árabe a diferentes gobiernos y empresas que cooperaban con Israel fueron un tema de discusión importante después de la guerra de 1973. El enfrentamiento entre árabes e israelíes en este contexto no puede explicarse únicamente por móviles antisemitas, pues en la espiral de violencia jugaron una parte importante los intentos de expansión territorial del Estado de Israel, tras su creación en 1948.
En la antigua Unión Soviética (URSS) el legado imperial ruso de antisemitismo se mantuvo después de la posguerra. Para el comunismo soviético ortodoxo el judaísmo, lo mismo que el sionismo religioso o seglar, resultaba inaceptable como religión. Se suprimió la prensa judía, se silenció a los principales escritores en yiddish, se redujeron las oportunidades de educación para los jóvenes y se cerró prácticamente la emigración de judíos. Aunque los disturbios políticos en la URSS y en Europa oriental a finales de la década de 1980 permitieron la emigración masiva de judíos hacia Israel, el resurgir del nacionalismo que acompañó la caída de la URSS y el declive del comunismo ha sido relacionado con un aumento del antisemitismo a principios de la década de 1990.
El Círculo Europeo de Amigos de Europa (CEDADE), que tiene ramificaciones en España, Portugal, Argentina, Ecuador y otros países, es una más de las organizaciones que unen a los neonazi europeos (en este caso, admiradores de las ideas y métodos de Adolfo Hitler) con los de otras partes del mundo. En Estados Unidos son varios los grupos que defienden el nazismo; como el NSDAP-AO, con base en Nebraska, los Caballeros del Ku Klux Klan y Naciones Arias. También hay grupos similares en Australia, Nueva Zelanda y Suráfrica, donde se estableció el régimen ya desaparecido del apartheid en 1948 por políticos que habían estado encarcelados debido a su postura favorable a los nazis durante la II Guerra Mundial.

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